El monstruo
En esta noche fría de viento gélido no puedo dejar de pensar en todos aquellos que duermen en los portales, en los cajeros, en diferentes rincones ocultos de las grandes ciudades, en los primeros contrafuertes de Montjuic, en naves abandonadas. Siento el frío de su cuerpo y el abandono de su ser. Me pregunto qué falla en todo esto que nos rodea para que tantas personas vivan atadas a este desprecio existencial. El monstruo que se alimenta de nuestro trabajo para engrosar sus arcas no reparte de forma justa los beneficios, y expulsa del corazón del sistema a los más débiles. La debilidad no viene únicamente de un cuerpo débil; puede venir de una mente frágil, diferente, excesivamente sensible, inadaptada o rota por la vida. El monstruo nos recuerda día tras día con el rugido de los coches en las autopistas y grandes avenidas, cuando por la mañana aun es oscuro, que la prioridad de este sistema no son las personas sino el beneficio económico.