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Mostrando entradas de noviembre, 2025

No tengo miedo

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No tengo miedo de este cielo azul ni de este Sol, ni de la piel, ni de los cabellos al viento, ni de todo aquello que has creado de cierta forma diseñada por ti para hacer esta existencia más bella. No tengo miedo de la arena bajo mis pies, de gritar, de cantar, de convertirme en pájaro y viajar un rato por el cielo para saborear la textura del mar y el silencio de las alturas. No tengo miedo de imaginar; tú me has dado la imaginación para que no me encierre en formas preestablecidas ni sea jamás esclavo de formas y estéticas que otros han decidido. No tengo miedo de la vida, hecha por ti tal como es, de forma directa o indirecta. No tengo miedo del mal, porque no pertenezco a él ni lo deseo. No tiengo miedo de la nada, porque por mucho que la he buscado no la encuentro. ¿Será que es nada?. No tengo miedo del deseo; el terciopelo de todo deseo está tejido por ti, y sólo me pides que no me empuje a hacer daño a nadie ni a dejar de percibir la dignidad de nadie. No tengo miedo de ser, po...

Somos todo oídos

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¿Cómo es llevar un mes muerto?  No hace mucho nos comunicábamos, debatíamos, nos reíamos, cantábamos, hablábamos de la muerte y de la vida, de la culpa y del perdón, de Dios y su inmensidad. Y ahora, tú ya lo debes saber todo. Conoces todos los secretos.  Quien mató a Kennedy. Cómo murió Marylin. Las diferentes especies de humanos que poblaron la tierra. Ya sabes quien soy y dónde coincidimos un día. Conoces todos tus pecados y los míos, también los que no percibías de vivo, y te has arrepentido de todos ellos. Sabes lo que es morir, las sensaciones del viaje, lo que se ve, lo que se escucha. Te has encontrado con familiares que nunca conociste de vivo. Has visto a mi padre, a mi primo, a amigos que tuve en mi juventud, y habeis charlado sobre mí. Se me hace curioso pensar que en el más allá hay gente que habla de mí. Ahora conoces lo que antes eran misterios. Pensar esto es extrañísimo, pero es real como la vida misma. También sabes que todo lo que siempre he escrito es lo qu...

Aunque no hubiera cielo, yo te amara...

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¿Qué es un mes? La doceava parte del año. ¿Qué es un año? Apenas nada. Con suerte, quizá solo 1/80 parte de la vida. ¡Y parece tanto! Cualquier intervalo de tiempo es "nada". Y algunos nos parecen largos. Supongo que debemos estar programados para sentir que vivimos mucho tiempo, o que nos queda mucho tiempo por delante. Pero si pensamos en las proporciones, todo es poco. Y no pasa nada. Algunos creemos que no hay muerte. Y, si la hubiera, si nuestra fe no tuviera fundamentos, pienso que viviría como vivo. En este punto, y en otros, no estoy de acuerdo con San Pablo cuando dijo que, si no hay nada más, comamos y bebamos que mañana moriremos. Yo cómo y bebo y canto y me río y abrazo y juego... haya o no haya vida más allá de la vida. Y deseo con todas mis fuerzas hacer las cosas bien aunque no hubiera cielo; porque eso, el hacer las cosas bien, ya es un poco de cielo. Pues eso... Aunque no hubiera cielo, yo te amaría ...

ἀγάπη

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Me gusta decir muchas veces que el premio más grande que se puede recibir por haber producido o dirigido o realizado una película es la propia película; y lo digo de corazón. Ni dinero, ni estatuillas, ni fama, ni aplausos, ni audiencias, ni buenas críticas. El premio de hacer cine es el cine que se hace. Lo mismo se puede aplicar con casi todo. El premio por escribir una buena novela es la buena novela. El premio por cocinar un arroz magistral es el plato de arroz que te comes. El premio de componer una canción legendaria es la canción. Y finalmente se puede decir que ocurre lo mismo con el amor; con el amor en su máxima y concreta expresión, no estoy hablando únicamente de las relaciones sentimentales, que a menudo no pasan de ser un intercambio de intereses; me refiero al amor al cual los griegos llamaban   ἀγάπη    (ágape)   . El premio de amar es amar; y es esta la razón por la cual se ama, porque amar es lo más grande que nos puede pasar, no se puede pagar con ...

Esos ojos negros

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  Me gusta la gente desconocida que canta; y que además lo hace bien. Me gusta la sencillez, el corazón, la emoción. No me gusta la fama, ni el glamour, ni la gloria. No me gusta que se confunda el arte con el dinero, la belleza con la perfección. Me gusta la belleza de la imperfección. ¡Está canción me trae tan buenos recuerdos de una época loca de juventud a la cual no volvería pero que me alegra haber visitado! El mundo de los ricos está lleno de camisas de once varas, corpiños estrechos, necesidades insoportables que no son necesidades, apariencias que son rejas doradas. Me gusta lo humilde y me emociono hasta llorar.

De lo que están hechos los sueños...

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  La vida es un misterio que no tiene ni tendrá una explicación clara. Encontraremos la lógica que rige la química que la produce; pero no sabremos porqué tras esa química aparece, ni de que está hecha, ni que sostiene o que la sostiene, ni donde están los sueños, el amor, la luz, el arte. Gracias por los olivos delante del mar cuando los rayos del sol declinan con su color más hermoso.

Todo tiene sentido

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Abunda el escepticismo. Incluso en las personas creyentes abunda el escepticismo. Y no me refiero al escepticismo necesario en el método científico, sinó al escepticismo en la actitud vital. El escepticismo en el que hago incapié y que es perjudicial yo lo definiría como la actitud que nos mueve a desconfiar de la bondad de todo, a dudar de la existencia del misterio, o a no esperar en la ayuda del azar de la vida. Parece que la desconfianza en el azar de la vida sería lógica teniendo en cuenta que el mismo Cristo fue abandonado por Dios a una muerte de cruz. Si Dios no salvó a Jesús del dolor más terrible, ¿Por qué iba a hacerlo conmigo? Pero el caso es que Jesús aun y sabiendo o intuyendo cual sería su fin no dejó de creer ni de esperar, por lo menos mientras tuvo clara su mente. El dolor, la derrota, la muerte, la injusticia, el fracaso, el maltrato... Cualquier desventura que nos pueda suceder no es más poderosa que la esperanza, que la convicción absoluta de la presencia de un esp...

El monstruo

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En esta noche fría de viento gélido no puedo dejar de pensar en todos aquellos que duermen en los portales, en los cajeros, en diferentes rincones ocultos de las grandes ciudades, en los primeros contrafuertes de Montjuic, en naves abandonadas. Siento el frío de su cuerpo y el abandono de su ser. Me pregunto qué falla en todo esto que nos rodea para que tantas personas vivan atadas a este desprecio existencial. El monstruo que se alimenta de nuestro trabajo para engrosar sus arcas no reparte de forma justa los beneficios, y expulsa del corazón del sistema a los más débiles. La debilidad no viene únicamente de un cuerpo débil; puede venir de una mente frágil, diferente, excesivamente sensible, inadaptada o rota por la vida. El monstruo nos recuerda día tras día con el rugido de los coches en las autopistas y grandes avenidas, cuando por la mañana aun es oscuro, que la prioridad de este sistema no son las personas sino el beneficio económico.  

Los días de penumbra pasarán

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Dejas a Dios, pero él te sigue. Te caes. Miras hacia atrás. Ves una estela de oscuridad y luz. Vas hacia adelante. Persiste la oscuridad y la luz, como si el viento arrastrara las nubes y jugara con el Sol, los rayos y el paisaje. Una locura, un frenesí de claridad y negrura se suceden en una vida de locura. Se reciben miles de dones sin merecer ninguno. Te cansas, enfermas. Te caes del todo; casi te mueres; casi dejas de ser tú.  Sobrevives y vuelves a Dios. No eres el mismo, y el Dios al que vuelves no se puede describir ni acotar; pero ahí estás. Casi siempre brilla el Sol, casi nunca vuelve la oscuridad, y quizá ya nunca más lo haga. Se mantienen las canciones, la música, la poesía, la belleza, el dolor, el esfuerzo, la cruz, la lucha, la libertad. Y Dios siempre está aun cuando a veces no lo parezca. Sol sim mim En algún lugar debajo de tu piel, Sol Do Sol está Dios, búscalo, Do Re7 Sol mim no temas encontrarte, cara a cara con Él. Do Re7 Sol mim Atrévete, descubrirás que hay ...

Oraciones convalidadas

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  Este pobre y desorientado hereje siente tu presencia cuando estoy allí. ¿Y no sé quien eres? Dicen que eres su madre amada, y madre de todos; yo no lo sé. Otros dicen que naces de la imaginación de las almas puras; tampoco lo sé; aunque hay hechos difíciles de explicar si así fuera. La Iglesia dice que no estamos obligados a creer en tus apariciones, seas quien seas; aunque yo soy hereje y voy un poco por libre.  Yo aplico el principio de convalidación. Cuando uno estudia una carrera en América, si quiere ejercerla en Europa, muchas veces tienen que convalidarla o verificarla, no sé cual es la palabra. Lo que vengo a decir es que si en realidad fueras Budha y yo le rezara a la Virgen María, a Budha no le importaría, y me convalidaría mis oraciones. Igualmente si eres algun ser inmenso de Dios, quizá inexplicable, y yo le rezo a la Virgen María, también te estará bien. Y si eres la Virgen Maria, y te rezo, sin creer demasiado, o nada, en los dogmas que se relacionan contigo, ...

LOS DOMINGOS, de Alauda Ruiz de Azúa

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Concha de oro en San Sebastián. Obra maestra. Imagen impecable. Abundancia de primeros planos lo cual provoca una cercanía emocional intensa con el espectador. Gran interpretación de la joven actriz, absolutamente impregnada de su papel. La vocación como el deseo que Dios nos pone dentro, y que Él va alimentando. La vocación como discernimiento personal e intransferible. La vocación como decisión de una misma sin ningún tipo de convencimiento por parte de nadie. La vocación con la puerta bien abierta. La vocación sin proselitismo agresivo, sin miedo, sin amenazas. La vocación sin patanes que lavan cerebros en nombre de Dios. Una película que emociona y atrapa desde el primer hasta el último minuto.

Fuera hace Sol y el aire es fresco

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  Fuera hace Sol, y el aire es fresco. El cielo es intensamente azul, y las nubes parecen de algodón. A las ocho de la mañana, el día parecía gris, però se ha levantado; y brilla, como brilla el amor de Dios por todas partes. Dentro, todo está oscuro, y una voz amenaza. Me pregunto retóricamente si la primera voz que escuchamos referida a Dios recoge esta amenza ontológica contundente, absoluta y sin paliativos. Resulta terriblemente asombroso con que facilidad las personas se creen doctrinas infernales absolutamente contrarias a cualquier sentido, humano o divino. La mente piensa: "Por si acaso, me reprimo. Por si acaso, acato. No sea que fuera cierto. Por si acaso, ato mi vida con alambre de espino si hace falta, me olvido de la sonrisa... por si acaso..." A algunos, lo primero que les describieron de Dios fue la amenaza. Un Dios que nos hace nacer desnudos, consecuencia de la copulación, bastante torpes y con tendencia a liarla. Muy sordos, y otro tanto, ciegos. Si los pre...

Un bien que no podemos ni imaginar

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  La música es un lenguaje humano cuya codificación va más allá de lo racional y de lo consciente. Por eso nos sorprende. Esta sorpresa es parte de su atracción; y la sopresa se produce incluso con las canciones que conocemos. Cada canción actua en nosotros con la misma efectividad que la primera vez que la escuchamos.  El misterio tiene que ver con aquella parte de nuestro ser que recibe los impulsos eléctricos generados en las neuronas a causa de los cambios de presión cíclicos en la atmosfera que nos rodea; esa parte de nuestro ser que está a la vez en comunicación con la materia y con la mente.  La música es una vía de acercamiento a lo más profundo de nuestro ser; como si lo que realmente somos, por unos breves instantes, subiera de las profundidades donde se esconde y se manifestara. La gente que se esfuerza en codificar esta esencia, en construir la alegría, en convertir lo cotidiano en magia, nos hacen un bien que no podemos ni imaginar. (Recomiendo leer a Susanne...

Algún día, todo volverá.

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  A veces, por no decir siempre, el sonido sin amplificación eléctrica, sin sofisticaciones, natural, auténtico, que sale de dentro, que brota de la misma vida, es lo que llega más al alma. Volver... Algún día todo volverá, y ¡cómo acompaña el vino! el buen vino. ¡Que idea tan esencial la de Jesús al poner el vino en la eucaristía, en la cena, en el encuentro de los que se quieren! Si no hubiera puesto al vino tan arriba, algunos hasta dirían que es pecado beberlo. Yo creo que aquí manifestó sentido del humor, apuesta por la alegría, el mensaje oculto o indirecto de no tomarnos las cosas obsesivamente, de saber desconectar y disfrutar de la sencillez (que es a la vez grandeza) de la vida.

Yo, hereje.

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Cuando me fui, flotaba de felicidad; aun encontrándome con una vida social muy pobre, muy dañada, y con unos aprendizajes transversales que me ha costado décadas deshacer. Yo, precisamente yo, no me puedo quejar, porque jamás me entregué a nada que mi conciencia considerara malo; jamás. Me perjudicaron poco, y saqué mucho de bueno. Aprendí a luchar contra aquello de mí que podía dañar a otros; aprendí a creer en el perdón sin límite; descubrí la belleza de la vida con sus cruces y sus estrellas; asumí las formas de una persona culta y aprendí a amar la cultura, el saber, las personas. Debo decir que algunas de las cosas que aprendí fueron las que después me sirvieron para irme. También me perjudicaron. Me alejaron, disimuladamente y con estrategias diversas, de las chicas; indirectamente intentaron convertirlas, en mi mente, en el camino de la perdición. Digo “intentaron” porque jamás lo consiguieron; pero, puesto que yo pasaba muchas horas con ellos, y ellos eran a las mujeres lo qu...

Tu me mueves, Señor, muéveme el verte, clavado en una cruz y escarnecido.

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No me mueve mi Dios para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno, tan temido, para dejar por eso de ofenderte. Tu me mueves, Señor, muéveme el verte, clavado en una cruz y escarnecido. Muévenme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme al fin tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara; y aunque no hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, porque aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

Los, los leones... No, no, nos van a comer!

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Roma. Finales de marzo o principios de abril de 1986. Decenas de adolescentes rebosantes de hormonas entran en las profundidades de las catacumbas. El techo es bajo; las paredes del túnel dejan un pasadizo estrecho. En las mismas paredes, orificios a modo de nichos sin lápida dejan ver huesos, calaveras, polvo humano descompuesto. Una luz tenue, macabra y sugerente nos sumerge en un ambiente de película de Semana Santa. Los buenos chavales, como yo, se emocionan pensando en los primeros cristianos: sus cánticos, su fe, su lucha, su miedo. De repente, uno de los que nos dirigían —el más macarra, delgaducho y con un bigotillo bien cuidado— empieza a cantar como un poseso con la melodía de un tradicional desfile norteamericano: Los los leones... No no nos van a comer... Los los leones... No no nos van a comer... A su voz socarrona se unen las voces de los hormonados que le seguíamos, los cuales nos esforzábamos por no romper a reír. El macarra era Suso Mendive, y uno de los hormona...

Prisciliano de Compostela

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  Cuando se muere un ser humano, la vida sigue. Los que se reunieron a su alrededor se dispersan, cada cual sigue su rumbo, y el que ha partido se convierte en el recuerdo de un tiempo que se compartió. Pero los que lo han tratado no se quedan igual. Todos somos faros para todos. Todos nos influímos; aun cuando nuestra relación transcurra a traves de las letras. Las palabras y las frases se convierten en instrumentos que trasladan nuestra identidad hacia el ser de los demás y viceversa; y al final, los demás no son sólo lo que son y lo que han sido, sinó lo que nosotros hemos imaginado de ellos. El Sol vuelve a salir con la misma fuerza de siempre. La Tierra sigue dando vueltas. Nuestro cuerpo se va gastando, cada día más cansado. En nuestro interior pervive el joven que un día fuímos y que ya no se refleja en el espejo. Somos mejores; hemos aprendido a fuerza de desventuras y esperanzas inquebrantables. Hemos crecido en el arte extraño de la humildad. Ya no haríamos todo lo que h...

Sábado

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Amanece. Aquí está nublado, y está previsto que el cielo descargue toda su furia en pocas horas; quizá se equivoquen. El mundo a nuestro alrededor está en silencio. Se escucha algún autobús. Se respira la calma de fondo de los sábados por la mañana. De pequeño, a menudo me preguntaba por qué no era siempre sábado. El sábado me gustaba más que el domingo. El domingo era amenazante; señalaba el final del imperio de la libertad. El sábado era bosque, montaña, fragancia de tomillo y de romero, musgo en las rocas si llovía, el color rojizo de la piedra, mis abuelos vivos y sonrientes, un buen arroz en medio de una gran familia, el fútbol con mis primos; mis padres, vivos los dos y sonrientes. Aún no pensábamos en herencias, particiones horizontales o hipotecas. ¿Por qué no será siempre así?

Sus canciones

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Me apetece escuchar su voz y sus canciones.  A mi me parecen muy buenas; cuestión de gustos. Si me acompañas, haz click: CANCIONES DE SUSO

Las manos vacías

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No hace mucho, Suso escribía esta enigmática entrada: Hay momentos que veo las sobras de  mi vida en bolsas de mis desperdicios.  ¡Extraña sensación esa de ver restos de cosas tuyas envueltas y anudadas de cualquier manera! Tras el cristal, la noche. Bufa el viento. Qué tristeza: un pordiosero hurga revolviendo esa porquería donde hay retazos de ilusiones, fotos recortadas de buenas personas, de momentos maravillosos y efímeros y de historias que fueron mías. En esa bolsa está la parte que te tocaba a ti de aquel nosotros. Y ese viejo remena toda esa mierda como quien espera encontrar un tesoro... ¡ Si él supiera!: allí faltas tú, mi media vida. Yo lo noto: estoy confuso, en el desvarío, deshilachado y roto por las hechuras. ¿De verdad se puede hallar un tesoro en esa inmundicia de uno? Parece que El sí. Me sorprendió el tono, a medio camino entre la poesía y la prosa reflexiva y melancólica. Eran quizá las sensaciones de una persona que sabía que se moría y que se co...

El Barullo

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  Los hombres y mujeres de manos fuertes, hechos al trabajo duro, sencillos, claros, directos, sinceros, quizá con la vida algo rota, vencidos, pero con la esperanza intacta, con dudas, con miedo, con angustia a veces, luchando por la vida, amando con el corazón en la mano, capaces de mandarte al carajo, pidiendo disculpas después, rezando frases sencillas, sencillos, simples, enamorados de Dios, o de alguna forma de esperanza... Esta canción me los recuerda, y me recuerda a Suso. Venid, venid barullanos... Os espero aquí. Esto será como una balsa en medio de un mar inmenso donde andan a la deriva los lectores de un blog que se ha detenido. Si buscais en google, nos reencontraremos aquí. Voy a escribir el nombre del blog que se ha callado, y el de Suso, para que el buscador de google os traiga hasta aquí. EL BARULLO EL BARULLO EN LA HERIDA SUSO MENDIVE

Lo que aprendí, lo que descubrí, lo que lloré, lo que escuché, lo que soñé.

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(De ese lugar, espacio, realidad ambigua donde todos los barullanos coincidimos un día, saqué grandes cosas. No todo fue malo. No todo estuvo equivocado. En todo, está Dios. Todo es un regalo.)  Aprendí a esperar en Dios sin límite. Aprendí que la vida es alegría. Aprendí que la palabra puede más que la violencia física, pero que a veces la palabra también puede ser violencia. Aprendí que la vida es un camino, pero que en ese camino estamos solos aunque no lo parezca. Aprendí que Dios no  habla únicamente a traves de los directores, y que a veces, lo que nos dice, no es lo mismo que nos dicen ellos. Aprendí que la verdadera religión está por encima de todas las religiones, y que nadie la profesa; y que sus misterios se encuentran protegidos por la inocencia de los niños, la belleza de la naturaleza, y la sonrisa de Dios en nuestros hijos. Descubrí que Dios existe, pero que nadie me lo explicará bien. Descubrí las palabras divinas en los renglones torcidos; la providencia de D...

Tú que puedes, vuélvete!

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Esta fue la canción que me explicaste que cantabas en una residencia de ancianos para hacerles felices. Una preciosa canción.  Hoy le he dicho unas frescas a uno a quien tú se las decías. Y va por ti!